El circuito Gilles Villeneuve de Montreal probablemente es la pista más lenta del calendario con el tiempo por vuelta más rápido, en recorrer los 4.361 kilómetros se tarda en promedio 75 segundos, Pirelli trae aquí el superblando y el blando como en Mónaco, pero seguramente veamos un comportamiento bien diferente.
Las largas rectas de Montreal requieren de baja carga aerodinámica, pero la estrecha horquilla y la chicane necesitan de una extrema estabilidad unido a una buena tracción para remontar la fuerte frenada que sufrirán los monoplazas en cada vuelta. También el motor tendrá que sufrir, el 60% del tiempo por vuelta irá a fondo.
Otro de los enemigos en este trazado es el viento, que puede tener una fuerte influencia en la elección de la séptima velocidad. La ubicación del trazado en pleno centro de la vía marítima de San Lorenzo le expone a condiciones muy cambiantes, hacer una elección incorrecta provocará una notable inferioridad en las rectas.
La recta de meta desemboca en una curva de izquierda suave que vuelve a girar sobre si misma en una curva de derechas creando una forma de cuchara. Pequeña enlazada con caída a la derecha hasta la curva 3 y giro a la izquierda en la 4, terminado el primer sector con una curva abierta de derechas. El motor debe estar muy fino en este sector, sin picos y trabajando la mayor parte del tiempo a bajas revoluciones.
El segundo se hace casi todo el tiempo a tope con la excepción de la chicane de las curvas 6 y 7, enlazado con las curvas ocho y nueve llegando al final del tramo. Los pilotos tratarán de acortar lo máximo posible en los pianos, lo que hará sufrir a las suspensiones.
El tercer sector comienza con la famosa frenada de la horquilla, donde bajarán hasta los 60 km/h antes de acelerar a fondo para afrontar la larga recta de más de 1 kilómetro que termina con la curva 13 y el famoso «Muro de los Campeones», donde se llega con e DRS abierto el clasificación a más de 320 km/h.
A pesar de que Pirelli trae los rojos y amarillos, la climatología cambiante podría provocar la aparición de los intermedios (verde) o los neumáticos de lluvia extrema (azul). Canadá es una carrera siempre impredecible con un elevado número de paradas, incidentes y coches de seguridad.
Las fuertes frenadas hacen que los neumáticos sufran excesivamente, en especial los traseros. Si a esto le unimos que es una pista semipermanente que no no ofrece mucho agarre provoca que los coches patinen, aumentando el desgaste. La gestión correcta de las gomas será crucial y la elevada exigencia del trazado hará imposible ir a una parada.