La inmensa sonrisa con la que Sergio Pérez se subía al podio del circuito de Sepang deslumbró a medio mundo. No nos engañemos: de no ser Fernando Alonso con el que luchaba por la victoria, aquí en España hubiéramos empujado para que el joven Checo se hiciera con su primer Gran Premio a los mandos de un Sauber.
Su primer baño en champán, al lado de dos de los pilotos con más talento -si no los que más- de la actual parrilla de la Fórmula 1, supone una nueva piedra en la construcción de la que muchos consideran una de las más prometedoras carreras en un futuro no muy lejano en la Fórmula 1.
El personaje había pasado prácticamente inadvertida para la mayor parte del público mayoritario la pasada temporada. El joven piloto mexicano era una figura amable en la zona media-baja de la parrilla, aunque en su primera carrera en la Fórmula 1 ya fue protagonista: después de entrar en séptima posición en Australia, él y su compañero Kamui Kobayashi fueron sancionados por irregularidades en los alerones traseros de sus Sauber.
Más adelante, volvió a ser el foco de atención de la actualidad por el fortísimo accidente que sufrió en los entrenamientos del Gran Premio de Mónaco. Se perdió esa y la siguiente carrera, el GP de Canadá, donde fue sustituido por Pedro de la Rosa. Volvió con un séptimo puesto en Silverstone, y aún puntuó en tres carreras más esa temporada.
Pocos esperaban que fuera uno de los pocos pilotos que consigan puntos en las dos carreras que llevamos de temporada. Y muchos menos, que uno de ellos fuese un podio. Sergio Pérez firmó una de esas actuaciones que quedan para los anales de la historia, y de las que presumen los pilotos cuando les piden credenciales. Quizá, a ‘Checo’ no le hace falta venderse porque ya tiene el puesto prácticamente asegurado en uno de los puestos con los que sueña cualquier corredor de automovilismo: un asiento en la Scuderia Ferrari.
La puntilla a Massa
Durante el parón por la lluvia este domingo en Malasia, se veía a Felipe Massa, a su ingeniero Rob Smedley y a su representante, Nicolas Todt -hijo de Jean Todt, presidente de la FIA y exjefe de Ferrari- con cara taciturna bajo un paraguas. Los tres son conscientes de que el futuro del piloto brasileño está, cada segundo que pasa, más lejos de continuar en Ferrari, y el resultado final de la carrera no contribuyó a que recuperasen el aire.
Que Fernando Alonso gane a Felipe Massa con asiduidad, tanto en clasificación como en carrera, no es noticia. De hecho, casi se espera y se digiere como algo habitual, normalizado y completamente aceptado, tanto desde fuera como desde dentro de la propia Scuderia. Los ‘tifosi’, no obstante, no lo llevan tan bien.
El brasileño sigue teniendo como coartada el accidente de la clasificación de Hungría 2009, cuando una tuerca del Brawn GP de Rubens Barrichello le impactó en la cabeza. Desde entonces, nunca volvió a ser el mismo, y solo ha conseguido cinco podios, todos en 2010. Las cifras de Fernando Alonso son completamente opuestas, por lo que la continuidad de Felipe en Ferrari, cuyo contrato finaliza este año, está prácticamente descartada.
Ya antes de la movida -y lluviosa- carrera de Sepang, el puesto de Massa era una patata caliente y una constante en la rumorología habitual del ‘paddock’. En los mentideros habituales sonaban muchos nombres, aunque había dos con más fuerza: Jules Bianchi, probador de la escudería, y Sergio Pérez. Los dos tienen en común que forman parte de la academia de jóvenes pilotos de Ferrari, pero el mexicano cuenta con el inmenso apoyo de Telmex y de Carlos Slim.
De hecho, todo el país centroamericano se ha volcado con el que consideran uno de sus mayores talentos del automovilismo actual, junto a otros como Esteban Gutiérrez (probador de Sauber) o el propio hermano de Sergio, Antonio Pérez. El mismísimo Felipe Calderón, presidente de México, felicitó a ‘Checo’ por haber devuelto la bandera tricolor a un podio de Fórmula 1, 41 años después de que lo hiciera el ya mítico Pedro Rodríguez.
Felipe Massa está haciendo bueno el dicho de “entre todos le mataron, y él solito se murió”. Acabar en decimoquinta plaza mientras tu compañero gana de manera casi heroica, y el que suena como tu sustituto le acompaña en el podio, da argumentos a los que le están haciendo la maleta, alguno incluso desde dentro de la factoría de Maranello, para salir.