Para la “segunda persona más feliz del mundo”, pelear por la victoria en el primer Gran Premio de la temporada fue un premio más que bien recibido. Fernando Alonso, que aseguró sentirse así nada más concluir la carrera en Melbourne, protagonizó su segundo mejor arranque con Ferrari, superado por la victoria en 2010 en el Gran Premio de Bahrein que abrió la temporada y su época de rojo.
El piloto español cuajó este domingo en Australia una carrera sin fallos, prácticamente perfecta, en la que no sólo demostró que sigue en plena forma sino que además el F138 es un buen monoplaza con el que disputar un complicado GP.
Son muchos los que temían que las sensaciones de pretemporada fueran vacuas. En años anteriores, empezar muy lejos de la cabeza de carrera había supuesto un jarro de agua fría a las aspiraciones de un piloto, y toda una legión de fans que va por detrás, que está considerado como el mayor talento de la Fórmula 1 actual, junto a Lewis Hamilton y Sebastian Vettel.
Fernando Alonso ha sufrido los varapalos de 2010 y 2012 de la manera más amarga, perdiendo el título en la última carrera. En 2011, la resignación se convirtió en motivación extra para la siguiente campaña, en la que la cuajó su mejor temporada desde el punto de vista cualitativo. Cada carrera de Fernando Alonso el año pasado dio una pincelada, o un brochazo, de la arrolladora calidad que atesora.
La campaña 2013 ha comenzado con un brillo especial en los ojos de Alonso. Viéndose por delante de Sebastian Vettel en el podio, Alonso sonrió relajado ante los medios. Confirmó que el Ferrari está en condiciones de plantar batalla, e incluso el buen rendimiento mostrado por Felipe Massa da buena muestra de lo que son capaces de hacer. El talón de Aquiles sigue estando en la clasificación, pero aún hay margen de mejora.
Esperanzador en muchos sentidos
Si desde el punto de vista del ‘alonsismo’, esa suerte de religión (en casos puntuales fanática) que recorre nuestra geografía, las sensaciones de Australia sólo pueden calificarse de positivas, en términos más generales podemos augurar una temporada más que entretenida. Después de los entrenamientos libres del viernes en Australia, ya eran muchas las voces que se levantaban por temor a ver otro paseo imperial de Red Bull y Sebastian Vettel. El temor de una temporada ‘aburrida’ como la 2011 pululaba en el ambiente.
Sin embargo, surgió un hombre venido del hielo. Kimi Räikkönen demostró en Melbourne que sigue siendo ese talento puro que deslumbró a la Fórmula 1 en los tiempos en los que el Ferrari era pilotado por Michael Schumacher. ‘Iceman’ se llevó una victoria sobrada, según él la más fácil de su carrera, y barrió del mapa los temores que veían demasiado superior al Red Bull.
Vettel es imbatible a una vuelta, sí, pero en carrera el rendimiento dista mucho de ser perfecto. Los hombres de Enstone han trabajado muy duro para que Kimi diera ese pequeño paso que le separó el año pasado de disputar el título de campeón. No en vano, el finlandés fue el último en mantener el pulso a dos entre Vettel y Alonso, y en su regreso a la Fórmula 1 después de varios años de exilio voluntario acabó en una solvente tercera posición. Raikkönen puede ser esa chispa que le faltaba al campeonato del mundo para no caer de nuevo en un duopolio entre Alonso y Vettel.
En esta amalgama de sensaciones que nos dejó Australia, no habría que olvidar el razonable arranque de Lewis Hamilton con Mercedes. El inglés tuvo opciones de podio durante toda la carrera, y su monoplaza se mostró razonablemente competitivo desde el inicio. Hamilton es el primer rival que le viene a la mente a Alonso cada vez que le preguntan por el mejor piloto de la actual parrilla, lo que le sirve también para lanzar una nueva pulla a Vettel. Si el campeón del mundo de 2008 da un pequeño paso hacia adelante en Malasia, será otro invitado en la lucha por el título. Y tener a un Hamilton competitivo es sinónimo de espectáculo en la pista.
En el lado negativo nos encontramos a la perdida McLaren. El imperio de Woking ha recibido un serio revés en este inicio de temporada. Sus gestos y caras recuerdan a los de Ferrari el año pasado, cuando el monoplaza no funcionaban y no encontraban motivo para ello. Dos puntos es un bagaje muy pobre para un equipo que comenzó la temporada pasada con una victoria arrasadora aquí, y Jenson Button debe tirar del carro para que McLaren no pierda todas sus opciones de inicio. Para los fans de McLaren, hay una esperanza: si hay una escudería que históricamente ha demostrado cómo se reacciona, esa es la que hoy dirige Martin Whitmarsh.
En definitiva, sólo podemos estar contentos por lo que hemos visto en Australia. Este mismo domingo se disputa la segunda carrera del año, el siempre emocionante Gran Premio de Malasia. Si la lluvia no hace aparición -cosa improbable- veremos una carrera similar a la de Australia. Si, como se espera, vemos un nuevo monzón en Sepang, todo serán dudas. Benditas dudas que benefician al espectáculo.