Mario Andretti: Ficha piloto de F1

La carrera de Mario Andretti es la de un niño que quedó fascinado por las carreras de Fórmula 1 y que recorrió un largo trecho para entrar en el Muro de los Campeones. Es la personificación del Sueño Americano, un inmigrante que alcanzó la fama en su tierra adoptiva, y que se ha convertido en uno de los referentes dentro del mundo del motor.

Porque hablar de Andretti no es sólo hablar de Fórmula 1, su trayectoria estuvo plagada de incursiones en múltiples competiciones, lo que siempre se mantuvo firme fue su garra a la hora de subirse al coche y demostrar su talento. Él mismo siempre mantuvo que había nacido para competir, pero la vida le llevó a tomar una ruta extremadamente tortuosa para lograrlo.

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De la vieja Europa al sueño americano

En plena Segunda Guerra Mundial, Mario y su hermano gemelo llegaron al mundo un 28 de febrero de 1940, en Motovun, hoy parte de Croacia pero en aquel entonces territorio italiano. Hasta los siete años su familia tuvo que soportar el hacinamiento extremo y la falta de alimentos en un campo de refugiados, cuando terminó la guerra su tierra de nacimiento fue entregada a los comunistas y los Andretti se trasladaron a Lucca, donde Andretti descubrió, junto a su hermano la famosa carrera Mille Miglia, ahí empezó a despertar su curiosidad por el mundo de las carreras de coches.

Pero donde de verdad se enganchó fue en el Gran Premio de Italia de 1954 en el templo de la velocidad de Monza, donde pilotos de la talla Mike Hawthorn, Juan Manuel Fangio o Alberto Ascari hechizaron al joven Andretti.

Precisamente el año de la muerte de Ascari, en Monza en 1955, la familia emigró a Estados Unidos en busca de una vida mejor que la que podía ofrecer la Europa de post guerra. Se establecieron en Nazareth, Pensilvania, donde los gemelos empezaron a buscar el modo de poder competir en las carreras de coches que se repartían a lo largo y ancho de Estados Unidos por aquel entonces.

Los inicios como piloto en USA

Aldo y Mario comenzaron a competir en los peligrosos óvalos de pistas de tierra, turnándose al volante de un Hudson Hornet que ellos mismos habían preparado. En una de estas carreras, en 1959, Aldo sufrió un grave accidente y decidió abandonar las carreras para siempre.

Pero Mario continuó corriendo; aumentó la frecuencia de sus apariciones y empezó a cosechar sus primeros éxitos en las pistas de tierra de por todo el centro de Estados Unidos. Un tipo de competición donde había que ser muy agresivo para poder lograr buenos resultados, y su estilo de pilotaje empezó a ser comparado con el del legendario AJ Foyt.

Cuando su nombre ya era bastante famoso en esos pequeños óvalos dio el salto a las pistas grandes donde logró ganar la famosa carrera de las 500 Millas de Indianápolis en 1969 y siendo coronado varias veces como campeón de USAC. Pero no quedaba ahí, su ambición y su agresividad en pista le hicieron merecedor de la victoria en las 500 Millas de Daytona con coches de serie y de las 12 Horas de Sebring con coches deportivos.

La oportunidad de emular a Ascari: competir en F1

Pero el niño Andretti seguía dentro de él añorando aquellas carreras de Fórmula 1 que habían despertado su pasión en la vieja Europa. En Indianápolis en 1965 los caminos de Andretti y Colin Chapman, jefe de Lotus, se cruzaron y el fundador de Lotus vio el potencial de un futuro campeón.

Y para 1968 el inglés le ofreció ponerse al volante de su monoplaza en el Gran Premio de Estados Unidos de 1968, reemplazando a Jim Clark que había fallecido a principios de ese año en un accidente en el trazado alemán de Hockenheim. Un debut sensacional en F1 donde se hizo con la pole al volante del Lotus 49, aunque en carrera tuvo que retirarse.

A la vista de ese enorme potencial, Chapman le ofreció correr en el Campeonato de Fórmula 1 a tiempo completo, pero Andretti no estaba dispuesto a abandonar la seguridad de su, por entonces ya muy lucrativa, carrera en Estados Unidos y sólo aceptó participar en algunas carreras de F1 de forma ocasional siempre que sus compromisos con la USAC se lo permitiesen.

Primer podio: GP España 1970

Durante los años siguientes disputó nueve carreras, todas ellas con abandono salvo el Gran Premio de España de 1970, donde subió al último cajón del podio. Para 1971 Ferrari le ofreció un contrato por dos temporadas y Andretti llegó pisando fuerte, debut con Ferrari y primera victoria, en el Gran Premio de Sudáfrica de 1971, algo que sólo han logrado en la historia Mansell, Raikkonen y Alonso.

Hasta 1975, su aparición en las carreras de F1 fue esporádica, un puñado de carreras en cada temporada con coches poco competitivos. Pero ese año, y ante las pocas opciones en la USAC, decidió centrarse en la Fórmula1. Su vinculación al equipo Lotus, por entonces muy poco competitivo, no parecí augurar mejor suerte de cara a labrarse un nombre en el selecto club de campeones de la Fórmula 1.

La relación entre Andretti y Chapman era intensa, las discusiones acaloradas entre ambos llegaban en cualquier momento, pero lograron llegar a un punto similar al que Chapman había logrado en el pasado con Clark y que había resultado tan productiva en términos de rendimiento deportivo. Para 1976 Chapman puso en las manos de Andretti el Lotus 77, un monoplaza que el italoamericano encontraba demasiado nervioso e impredecible, pero con el que logró la victoria en la última carrera de la temporada, el Gran Premio de Japón.

Con esta victoria en la retina, la primera en cinco años, el equipo Lotus se vino arriba y para 1977 pusieron en pista el Lotus 78, un coche que incorporaba el famoso efecto suelo. Cuatro victorias en la temporada y una respetable tercera posición en la clasificación que hacían presagiar que en la siguiente temporada lucharían por el campeonato.

La consecución del título de 1978

Y así fue, en 1978 Mario Andretti se coronó Campeón de F1, con seis victorias en la temporada, colocándose así al nivel de quien había sido su inspiración en el mundo de las carreras: Alberto Ascari.

Pero tras el éxito de la campaña del 78, los Lotus desaparecieron de las primeras posiciones, el equipo de Chapman no daba con la tecla y sus monoplazas estaban fuera de ritmo. Dos temporadas improductivas fueron suficientes para que Andretti decidiese cambiar de equipo y unirse a Alfa Romeo, aunque no varió el rumbo de los malos resultados.

Andretti miró de nuevo a Estados Unidos y decidió concentrarse en las carreras al otro lado del Atlántico, pero no pudo resistirse cuando Enzo Ferrari le pidió que pilotase en el Gran Premio de Italia de 1982, todo un icono de su juventud, donde logró la pole con el Ferrari 126 y se subió al podio con un impresionante tercer puesto.

Su última participación en la Fórmula 1 fue en la siguiente carrera, el Gran Premio de Las Vegas de 1982, formó séptimo en la parrilla de salida con el Ferrari pero terminó en un decepcionante decimonoveno puesto.

Un piloto polivalente

También participó en 8 ocasiones en las 24 Horas de Le Mans, entre 1966 y 2000, con un mejor resultado en 1995 donde terminó segundo.

Quizás de lo más impresionante de este gran piloto, y posiblemente por lo que mucha gente, en particular en Estados Unidos, lo considera uno de los mejores pilotos de todos los tiempos sea por haber participado durante casi 3 décadas en la mítica carrera de las 500 Millas de Indianápolis. Disputó la carrera por primera vez en 1965, terminando tercero, en 1969 logró la victoria y siguió año tras año hasta 1994, con la excepción de 1979, logrando ser segundo en dos ocasiones en 1981 y 1985.

Y por supuesto, una gran frase para la historia: «Si todo está bajo control, es que no vas lo suficientemente rápido».