Fernando Alonso es el ídolo de la primera carrera europea del campeonato de Fórmula 1. La afición española espera llevar al asturiano en volandas hacia una victoria que le haría recuperar la tranquilidad.
Parece que ha pasado una eternidad desde el Gran Premio de Bahrein, pero la Fórmula 1, al fin, ha aterrizado en Europa. Se acabaron los horarios ‘extraños’ y los cambios de hábitos de pilotos, técnicos y aficionados. La Fórmula 1 llega al Viejo Continente, y lo hace por la misma puerta de siempre: Montmeló.
El Circuit de Catalunya albergará este fin de semana la edición número 43 del Gran Premio de España, vigésimosegunda en el circuito barcelonés, en la que todos los pilotos tratarán de cumplir esa máxima que, curiosamente, se rompió el año pasado: quien va bien aquí, va bien todo el año.
La lucha se ha endurecido en las últimas semanas. En el aspecto de los neumáticos, es una expresión literal. Pirelli ha cedido ante las presiones de los equipos -liderados por Red Bull y Mercedes, pero con todos apoyándoles- y este fin de semana se verán en Montmeló los compuestos más conservadores de la gama del fabricante italiano: el medio y el duro. Unido a que el trazado catalán es el más ‘sobado’ por los pilotos de Fórmula 1, sería raro presenciar una carrera movida por los errores o las salidas de pista.
El Circuit nunca ha sido el culmen del espectáculo, por lo que, como ha ocurrido siempre, quien haga la ‘pole’ tiene prácticamente la victoria en el bolsillo. La carrera del domingo arrancará, aquí más que en otros trazados, en la sesión de clasificación del sábado. La estadística es demoledora: Michael Schumacher ha sido el único piloto que ha ganado en Barcelona sin salir desde la primera fila de la parrilla (lo hizo en 1996, con lluvia) y desde 2001 siempre ha ganado el piloto que marcó el mejor tiempo el sábado, con excepción de 2011, cuando Webber hizo la ‘pole’ y acabó ganando Vettel, que salía segundo.
El alemán, precisamente, es el gran enemigo a batir. Una calma chicha ha caído sobre Red Bull tras el huracán vivido por las tensiones entre Webber y el joven tricampeón. Parece que el ruido de sables ha amainado y todo vuelve al guión previsto. Los ‘toros’ son los rivales a batir, y el propio Vettel no esconde que todo lo que no sea estar en el cajón será un mal resultado. «Hemos puesto a punto el coche para acabar en el podio y luchar para la victoria», admitía en la rueda de prensa oficial de la FIA, que compartió con Fernando Alonso.
El ‘turbo’ de la grada
Los comodines se han esfumado demasiado pronto, y ya no hay tiempo para especular. Fernando Alonso llega a casa con 47 puntos, en cuarta posición de la tabla, frente a los 77 que tiene el líder Vettel. Entre el abandono de Malasia y el problema con el alerón en Baréin, ha cedido una distancia demasiado valiosa. Por este motivo, y según sus propias palabras, adoptará una táctica completamente ofensiva. Eso sí, correr ante una marea roja le hará crecerse. «Correr en casa te motiva y das un 10% más de lo que das normalmente. Intentas cuidar cada detalle del fin de semana, empezando por los libres de mañana, la calificación y la carrera. Intentas hacerlo todo bien porque sabes que un podio te hace feliz, hará feliz al equipo y hará feliz a mucha gente en la grada», afirmaba ante los medios. Que la apuesta sea ‘solo’ un podio obedece más a una cierta espinita que tiene el español en su circuito: solamente ha ganado aquí una vez, en 2006, aunque se ha subido al cajón en otras cinco veces.
Llegar a Barcelona pleno de optimismo es un arma fundamental para Alonso. La desventaja con Vettel es muy amplia, pero el español se encargó de poner al propio alemán como ejemplo. «El campeonato es largo. Hay muchos ejemplos y el más reciente es Vettel. Recuperó 43 puntos el año pasado después del parón de verano y llegó líder a Austin. En cuatro o cinco carreras puedes recuperar 45 o 50 puntos si consigues resultados consistentes. En 2006, estaba 33 puntos delante de Schumacher, que significaba 75 o 80 puntos con el sistema actual, y él era líder en Suzuka, a dos carreras del final. Incluso si estuviese 75 o 80 puntos detrás, yo debería ser optimista», se reafirmó.
Aunque Alonso se llevó todos los focos, este jueves otro joven español tuvo su cuota de protagonismo: Daniel Juncadella. Su nombre ya suena en los mentideros de la Fórmula 1 desde hace tiempo, y acaba de debutar en el DTM (el prestigioso campeonato alemán de turismos) con relativo éxito. Por primera vez, se vistió con los colores de la escudería Mercedes, equipo que le apadrina en su paso por Alemania, ya que forma parte del programa de pilotos de desarrollo con los que cuenta la escudería de Nico Rosberg y Lewis Hamilton. El barcelonés, que además es sobrino del expiloto y exjefe del equipo desaparecido HRT Luis Pérez-Sala, ha abierto una puerta a la Fórmula 1 que, si sigue el camino adecuado, no se le cerrará en mucho tiempo.