Filippo: «En el álbum de recuerdos ocupa un lugar privilegiado el doblete de 1988»

Filippo Ferrari 2013«Puedo asegurar que conozco cada rincón del circuito y desde 1978 hasta ahora, el fin de semana del Gran Premio de Italia ha sido una cita fija para mí. De hecho, la edición de 1978 fue la primera que vi en persona. Mi padre me llevó al circuito en moto y con una escalera logramos ver un poco de pista. Desafortunadamente fue el año del terrible accidente en la salida en el que perdió la vida Ronnie Peterson, con lo que los recuerdos que tenía de ese día eran tristes. Pero pronto pude borrarlos cuando, al año siguiente, presencié el fantástico doblete de Jody Scheckter y Gilles Villeneuve, gracias al que volvió a Maranello el título de Campeones del Mundo».

«He tenido la suerte de presenciar muchos éxitos de Ferrari en Monza y se me hace difícil quedarme con uno», continúa Filippo. «En el álbum de recuerdos ocupa un lugar privilegiado el doblete de 1988, puesto que llegó en lo que fue un año especialmente difícil para nosotros, los aficionados, y justo un mes después llegó la muerte de Enzo Ferrari. Luego destacaría 1998, que fue mi primer Gran Premio como ingeniero joven de la Scuderia».

Filippo pasó muchos fines de semana de Gran Premio con amigos en tiendas de campaña dentro del circuito como aficionado, y luego se convirtió en ingeniero; pero tuvo otro papel que le unió al circuito en su vida diaria.

«Cuando era un niño, obviamente soñaba con ser un piloto de carreras, pero nunca tuve la oportunidad de iniciarme en ello, con lo que busqué otra manera de entrar a formar parte del mundo de las carreras», explica. «Comencé como comisario de pista y después como técnico, papel por el que tuve que pasar entre 35 y 40 días al año en la pista y con el que fui disfrutado cada vez más».

Una pasión, la de ser comisario, que le llevó a verse involucrado en una ocasión en un incidente diplomático. «Es cierto, fue en el año 2000, cuando empecé como comisario en los boxes en el Gran Premio de Italia, en el garaje de Benetton, para ser más exactos», cuenta Filippo con una sonrisa.

«Pero en el equipo inglés había un ingeniero italiano que me reconoció y al que no le gustó demasiado que estuviera allí. Quizás sospechaba, vete tú a saber, que estaba espiando para Ferrari. En la carrera, hice de comisario de pista, a tan sólo unos cientos de metros del lugar (la chicane Roggia) en el que una rueda del Jordan de Frentzen golpeó y mató a mi compañero Paolo Gislimberti: no me enteré de nada y no fui consciente de lo que había pasado hasta después de la carrera. Esa noticia entristeció lo que fue un gran resultado para Ferrari, una victoria a manos de Schumacher».

Monza fue también la sede de muchas sesiones de pruebas para los equipos de Fórmula 1, sobre todo para los de la Scuderia, y Filippo pasó muchos días (con sus noches) trabajando allí: «Fue muy emocionante para mí también estar en el circuito vistiendo el uniforme del equipo, es una pena que ahora estos entrenamientos se hayan reducido al mínimo. Fue un gran motivo de orgullo para mí poder vestir aquellos colores delante de tantos de los amigos con los que, cuando éramos niños, pasé tantos días detrás de la valla observando pasar a esos coches rojos, coches que ahora son en parte responsabilidad mía».

Repasando su historia de amor con Monza, Filippo no esconde que aún le queda un sueño por cumplir: «Tengo un sueño: poder subir algún día a aquel magnífico podio para recoger el trofeo que se entrega al equipo ganador de la carrera».

Como reza el dicho, los sueños ayudan a vivir mejor, pero sobre todo, son una señal de que alguien ama su trabajo: Filippo es uno de ellos.

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