La noticia saltaba unas horas antes del comienzo del Gran Premio de Mónaco: Mercedes había estado tres días en Montmeló haciendo pruebas para Pirelli, completando un total de 1.000 kilómetros extra.
Los hombres dirigidos por Ross Brawn, un experto en desenvolverse perfectamente en los barrizales de los despachos, han obtenido jugosos datos acerca de los nuevos neumáticos que se estrenarán a partir de Canadá y que ya habían levantado una gran polvareda mediática, auspiciada además por varias escuderías que veían un favoritismo hacia Red Bull y Mercedes.
La polémica tuvo respuesta inmediata. En cuanto la prestigiosa ‘Autosport’ publicó la noticia en su página web, las reacciones corrieron como la pólvora por el ‘paddock’. Red Bull y Ferrari no tardaron en quejarse formalmente ante los comisarios de Mónaco, temiendo que el uso de los datos obtenidos en el circuito de Cataluña fuera una de las claves por la que las flechas plateadas llegaran en tan buena forma al siempre complejo circuito monegasco. La victoria de Nico Rosberg echó más gasolina al fuego, obviamente, y por ello representantes de Red Bull, Ferrari, Mercedes y Pirelli fueron llamados a declarar después de la carrera. No obstante, los comisarios se dieron cuenta de que este asunto excedía sus responsabilidades. Se limpiaron las manos y, al ser un suceso ajeno a la carrera en sí, lo remitieron al tribunal de la FIA.
La normativa es clara. Los test privados están prohibidos, siempre que sea con el coche de la vigente temporada, la anterior o la posterior, y que se celebren en un circuito como tal, y no una recta o trazado de radio constante. Esta última excepción, por ejemplo, vale para justificar las pruebas que hicieron en Marussia el año pasado y que se saldó con el accidente de María de Villota. Mercedes utilizó el W04 -el de este año- en Montmeló los días 15, 16 y 17 de mayo. Es decir, que incumplió no solo una, sino dos normas especificadas en el reglamento deportivo de la FIA, en su apartado 22.
El problema es consecuencia del contrato que tienen suscrito con Pirelli. La FIA explicó la situación en un comunicado, pero tampoco aclaró demasiado: «A principios de mayo, Pirelli preguntó si era posible llevar a cabo algunas pruebas de neumáticos con un equipo, con un coche actual. Dentro del contrato que Pirelli tiene con la FIA como proveedor único, está previsto llevar a cabo hasta 1.000 kilómetros de pruebas, a condición de que a todos los equipos se les ofrezca la oportunidad de hacerlo».
Ross Brawn responde con sorna
Aquí está otra arista de este rompecabezas: algunos equipos, como Lotus o Force India, afirman que ellos no recibieron una invitación formal para participar en esos test. ¿Fueron entonces realizados a hurtadillas? Ross Brawn, jefe de Mercedes , responde con cierta sorna al respecto: «Mientras estábamos preparándonos para hacer los tests, el resto de equipos estaban aquí. ¿No vieron que nuestros camiones no se iban a casa? No hubo ningún intento de hacerlo en secreto. Es cosa de Pirelli informar a la gente si quieren; no es nuestra responsabilidad». Es decir, que en Mercedes le pasan la pelota al fabricante de neumáticos.
Pirelli ya tiene en su haber un monoplaza de 2010, un R30 propiedad de Renault, y varios probadores. ¿Era estrictamente necesario que fueran actuales competidores? No hay una respuesta fácil a esta pregunta. Por otro lado, ¿estaban estos test realmente aprobados por la FIA o, como creen Red Bull y Ferrari, esto se hizo sin conocimiento ni beneplácito del organismo? La FIA, pese a que en un principio afirmaba que sabía que se iba a producir este test, después ha rectificado y ha dicho que ellos no habían dado su aprobación, ya que no tenían confirmación de que todos los equipos habían sido invitados. Así que tampoco este punto está claro.
¿Exclusión de Mercedes?
Siempre y cuando el presidente Jean Todt no tome cartas en el asunto personalmente y frene este huracán, la decisión sobre lo que ya se conoce como el ‘Testgate’ está en manos de la FIA. Ahora entrarán en escena los poderes fácticos de la Fórmula 1, con Bernie Ecclestone jugando un papel de titiritero que le encanta y del que, seguro, sacará algún beneficio. Mercedes , por su parte, podría ser castigado de diversas formas: desde recibir una fuerte multa económica, hasta ser expulsado del Mundial, algo bastante improbable, pero no descartable a día de hoy.
Todo esto llega, además, en un momento en el que Pirelli se juega su renovación para las próximas temporadas y con muchas voces esperando el regreso de Michelin, ya confirmado como suministrador de neumáticos del novedoso campeonato de coches eléctricos Fórmula E. Los aficionados a las tramas políticas ya tienen un motivo más para engancharse a la Fórmula 1. ¿En qué acabará todo esto? Ni el mejor guionista podría preverlo.