El piloto con más vueltas en cabeza en lo que se lleva de temporada no es el actual líder del Mundial Sebastian Vettel. Tampoco es Kimi Räikkönen, pese a su fulgurante inicio. Ni mucho menos Lewis Hamilton, que tiene en las Pirelli el talón de Aquiles de un Mercedes que poco tiene que ver con el que decepcionó de nuevo en 2012.
El hombre que durante más giros ha encabezado la serpiente multicolor de la Fórmula 1 esta temporada es Fernando Alonso. El flamante vencedor del Gran Premio de China no solo acabó con un lustro fuera de los puestos de honor del podio de Shanghái, sino que apartó de un plumazo viejos fantasmas. El abandono de Malasia se había convertido en una espada de Damocles que pendía sobre las opciones de luchar por el título, pero Alonso solventó la papeleta con una autoridad aplastante.
Sin embargo, que nadie se llame a engaño. Aún es pronto para hacer absoluto favorito a Fernando Alonso, algo que ya ha pasado por la mente de los aficionados llevados por la ola de euforia tras la soberbia actuación del piloto español en el GP de China. La cita de Shanghái ha sido la tercera de un Mundial de 19 carreras y, tirando del típico tópico, queda un mundo.
El asturiano aún no encabeza la clasificación general, algo que consiguió en 2012 en verano y que, finalmente, no valió más que para que le escociera más el subcampeonato. La prudencia suele ser, como en la vida, mejor compañera en un fórmula 1 que la temeridad, y más en un Mundial que ya ha vivido tres ganadores distintos y que podría sumar un cuarto, sin demasiadas carambolas, este fin de semana.
Una de las mejores noticias que ha recibido Fernando Alonso esta temporada es que, por fin, no tendrá que mirar con recelo su coche. La nueva estrategia de diseño que ha emprendido Ferrari, con un equipo propio para el F138 diferenciado con el monoplaza que competirá en 2014, ha dado sus frutos. De momento, exitosos.
El comportamiento del coche de 2013 está a años luz del de 2012, lo que augura al menos que Fernando Alonso y Felipe Massa podrán pelear por estar arriba de manera constante y sin necesidad de condiciones extrañas en pista, o de una actuación estelar por parte de los pilotos.
El propio Alonso confirmaba en rueda de prensa estas sensaciones. Sin fallos, venía a decir, podrá estar en la pelea por el podio de manera constante. Y casi más importante, al menos moralmente: en la pelea por las poles. Ferrari ha encontrado el punto óptimo a las Pirelli, algo que en Red Bull y en Mercedes -sobre todo en esta escudería- está suponiendo un esfuerzo hercúleo.
De hecho, en los mentideros del paddock está extendida la idea de que los de Milton Keynes y los de Bradley se han aliado para pedir al suministrador de neumáticos que ‘endurezca’ las gomas a partir del Gran Premio de España, que abrirá la ronda europea del campeonato. La altísima degradación que sufren el RB9 y el W03 no ha permitido ver el rendimiento real de unos monoplazas que están llamados a pelear por el título junto a los de rojo.
También fiables en carrera
Sin embargo, y pese a poder pecar de un tanto pretenciosos, en Ferrari están muy orgullosos de cómo les ha salido la criatura. Fernando Alonso y Felipe Massa han sido los únicos pilotos que han colocado sus respectivos F138 entre los cinco primeros en las tres clasificaciones que se han disputado. Algo que, no hace tanto, era un sueño.
Y lo más importante a la hora de sacar lecturas: las tres sesiones del sábado se han disputado en diferentes condiciones meteorológicas y de temperatura, y en todas los Ferrari han dado buenos resultados. A esto se une la fiabilidad en carrera: el abandono de Alonso en Malasia fue producto de un exceso de confianza tras un pequeño error de pilotaje, y no por una falla técnica.
Bien es cierto que Felipe Massa fue de más a menos en Shanghái, pero el brasileño ha recuperado ese punto de confianza necesario para poder ser el piloto que Ferrari necesita para luchar por el campeonato de constructores.
Si Ferrari ha dado un paso al frente, Alonso es uno de los principales motivos. La entrega y lucha con la que el asturiano peleó hasta la última curva del último gran premio de la pasada temporada fue todo un ejemplo para los trabajadores de Maranello.
Incansables, han querido corresponder con una profesionalidad digna del mejor ejército: ni un fallo en boxes, estrategias acertadas, consenso en todas las decisiones y asunción de culpas cuando ha tocado. El propio Alonso admitió en Shanghái que lo de Malasia había sido fallo suyo, aunque antes en el equipo habían cerrado filas en torno suya para repartir las responsabilidades.
Con calma, paciencia y trabajo, Fernando Alonso puede ganar el Mundial. Aún es pronto para descorchar el champán, pero el camino que han emprendido es el correcto y los pasos, los acertados.