No suelen errar cuando tienen delante un micrófono, grabadora o móvil. Parecen encerrados en la regla de los 140 caracteres del twitter, que ojalá algunos de ellos conviertan este año en algo con más sustancia que sus políticamente correctas y engoladas webs personales.
Los aspirantes al título están ya programados para el primer fin de semana en Australia. Les espera una ciudad, Melbourne, que rezuma -quizá como Montreal- un aroma distinto a todo lo conocido en la F-1. Habrá destinos más glamorosos, exóticos, históricos. De acuerdo. Pero vivir como se vive en Albert Park este deporte es digno de ser vivido una vez en la vida. Si la crisis cesa, claro, y Bernie Ecclestone no sigue contestando a las nubes que se ciernen sobre la cita australiana con una traducción más o menos literal de ‘me la trae al pairo’.
Pero estábamos con las estrellas del volante, que ocupan sus últimas horas de asueto en sus faenas recaudatorias. Alonso se va a Australia con la seguridad de que el nuevo circuito que ha construido en su tierra va a ser un filón a poco que se deje ver por allí o que suene tal posibilidad. El bicampeón está satisfecho porque su equipo ha hecho «más que los demás», entiéndase en kilómetros de pretemporada. «Más de cien por día», puntualiza.
Según él ha sido tiempo suficiente para catalogar el Ferrari que guiará como «fiable», palabra talismán en esto de las carreras. Ve el español un pack de equipos destacados sobre el resto, lo que tampoco es una novedad que merezca un titular de cuerpo extremo. Habla de Red Bull, Ferrari, Mercedes y no descarta a McLaren, mientras que deja en el segundo vagón a Renault, con su nuevo sistema de escape instalado casi en la mitad geométrica del coche, y Williams.
Asume que su confianza cotiza igual que el año pasado por estas fechas y se le llena la boca sobre los dedos que apuntan a la fábrica de Maranello como responsable del posible mejor coche, ganador. «Somos Ferrari!», y no hace falta que diga nada más. Es su décimo Mundial y vaticina para Melbourne que los equipos vayan a tres o cuatro paradas. Inicia el año con el pensamiento futbolero por excelencia, el que invita a ganar, aunque sea jugando mal.
Hamilton y las gomas
Lewis Hamilton trata de meterle las gomas, de momento en vano. La ‘puntadita’ se refiere a la década prodigiosa que va a cumplir el asturiano. «Yo no estoy en la F-1 para correr diez años y ganar uno o dos títulos». Torpedo uno, lanzado. «Quiero pasar a la historia como el mejor piloto de mi generación». Para ello va a tener que remar mucho, dada la pobre imagen invernal ofrecida por McLaren. «Y sin embargo pienso más en positivo que nunca. Sí, hemos acumulado muchos menos kilómetros que el resto de equipos punteros y nuestra velocidad se resiente, pero Australia es un destino en el que siempre hay carreras caóticas y podemos hacernos fuertes mientras evolucionamos el coche en silencio».
Se apunta a la tesis su compañero Button, ganador en Albert Park en las dos anteriores ediciones. «Intentaremos aprovechar la confusión», bromea. Porque la habrá. Pirelli es estos días el nombre más repetido por la incidencia que tendrán los neumáticos en las primeras carreras. Nadie las tiene todas consigo. Como con la utilización del alerón trasero móvil. De hecho, la asociación de pilotos, en conversaciones con la FIA, valora la posibilidad de que no entre en acción este fin de semana. Alegan posibles riesgos y ya se sabe lo que acongoja mentar la seguridad en este negocio.
Sebastian Vettel ha participado en las reuniones. Las quejas se centran en el exceso de manipulación que requiere el volante con el añadido de la modificación del alerón y la activación del KERS.
«Necesitamos unanimidad para tener poder», comenta el campeón del mundo. Hay una voz que parece discrepar. Sí, han acertado los mal pensados. Otra cosa es que no crea que contribuya mucho a los adelantamientos, pero por su manejo, Alonso descarta cualquier dificultad. «Es todo muy claro, no hay problema».
Y suma y sigue. Webber que vuelve a casa sin ser una de los 51 integrantes del equipo Red Bull, incluido Vettel, a los que Horner ha renovado. «Quiero ver su motivación», fue la explicación. El australiano, al que se le suele atragantar su Gran Premio doméstico, dice que de ganas está cañón. Como Michael Schumacher, que repite a quien le quiere escuchar que «no me arrepiento de haber vuelto» y amenaza con luchar por victorias «y por qué no por el título». Ojalá fuera cierto, ‘Káiser’.
hamilton no esta aqui para estar diez años, y ganar algun campeonato, esta aqui para hacer el ridiculo carrera tras carrera, y de vez en cuando lucirse
«Alonsismo resentiditis» (según tus síntomas es la enfermedad que te aqueja)
victor, a éste ni caso, que tiene un trastorno infantil, cuando era pequeño su mamá le colgaba chuletas del cuello para que el perro jugara con él porque no tenía amigos…