«Estoy muy contento por este segundo puesto, pero siempre quieres un poco más. Hemos logrado lo máximo que podíamos lograr, pero la estrategia a tres paradas nos ha puesto algo atrás».
Con estas palabras, Mark Webber decía mucho más de lo que en realidad estaba diciendo tras la carrera de Suzuka este domingo. El australiano había sido uno de los líderes de la prueba, tenía en su mano la victoria, que hubiera sido la primera para él esta temporada, pero sus jefes consideraron que era mejor sacrificar su baño de champán en favor del líder, Sebastian Vettel. Gracias a ello, el alemán está a 10 puntos de proclamarse tetracampeón del mundo.
Habida cuenta de que Romain Grosjean no hubiera podido con ellos, ¿por qué Red Bull actuó así, si el doblete lo tenían prácticamente asegurado? La respuesta es de pura lógica: la confirmación del campeonato de Sebastian Vettel debe llegar cuanto antes. Saben que lo tienen en la mano, que la ventaja con un Fernando Alonso que quiere y no puede es suficiente, y que sólo es cuestión de señalar en rojo en el calendario una fecha u otra.
Sin embargo, cuanto antes lo consiga, antes podrán quitarse de encima la tensión del líder que no acaba de rematar la faena. La lógica establece que Vettel se proclamará tetracampeón, pero cuanto más fácil se lo pongan mejor. Evidentemente, es más fácil necesitar un quinto puesto en India que un segundo. En la Fórmula 1 no siempre se cumplen las expectativas, y desde la escuadra austríaca no se fían pese a todo.
¿Es necesario este desprecio a Webber en favor de Vettel? Las órdenes de equipo, permitidas y consentidas por equipos, pilotos y FIA, se llevan usando de manera más o menos clara desde siempre. Ahora que vuelven a ser legales, ¿a qué viene perjudicar claramente la estrategia óptima del piloto líder? De los siete primeros clasificados, sólo Webber fue a tres paradas. Acabó en el podio, sí, pero no en el lugar donde lo hubiera hecho de haber parado una vez menos.
La obediencia y la rebeldía
Si Mark Webber no se sentía a gusto con esta decisión de sus jefes, podría haber tomado ejemplo de lo que hizo Felipe Massa: no hacer caso. Al brasileño le ordenaron mediante el código interno del equipo («estrategia multifunción A ya, por favor») que no pusiese problemas a que le adelantase Fernando Alonso, y obvió esta orden.
Total, ¿qué podrían hacerle? ¿Echarle del equipo? Massa cuenta sus últimos Grandes Premios de rojo ya, y ha hecho suyo ese famoso y escatológico refrán del convento… De hecho, ni siquiera se arrepintió o excusó por esta insubordinación: «Nunca es agradable escuchar este tipo de instrucciones. Hablaremos de ello, seguro, como hacemos siempre. Me siento muy satisfecho de mi carrera. Al final Alonso me adelantó en la pista de forma limpia y sin instrucciones», respondió al respecto.
¿Es más justificable la actuación de Webber o la de Massa? En Ferrari no sería la primera vez que deciden prescindir de un elemento subversivo en su equipo. Alain Prost, ni más ni menos, fue despedido por quejarse del rendimiento de su bólido rojo en 1992. Sin embargo, en este caso no sólo no han tomado -ni tomarán- medidas disciplinarias, sino que han venido a justificar la actuación de Massa.
«Está intentando ser lo más rápido posible en estos momentos y entiendo sus sentimientos. Por supuesto, va a seguir contando con todo el apoyo del equipo hasta final de temporada sin problemas», justificó Stefano Domenicali. Y lleva parte de razón: Massa está en pleno proceso de búsqueda de un asiento para 2014 y debe demostrar su valía en pista.
Webber, a diferencia de Massa, no rechistó ni lo más mínimo. Aunque no quiso celebrar con entusiasmo el podio logrado (y eso que llevaba dos grandes premios abandonando) y tampoco se le veía exultante en la ceremonia del champán, aceptó con resignación lo sucedido. No es la primera vez que Vettel es el beneficiado por un equipo que presume de igualdad con una mano y con la otra ejerce todo lo contrario. Webber sabía lo que aceptaba el año pasado cuando renovó por una temporada con Red Bull en lugar de irse, como tuvo opción, a Ferrari. El australiano sabe que afronta el final de su carrera en la Fórmula 1 y prefiere navegar hasta puerto con las aguas lo más tranquilas posibles.
La filosofía de Red Bull tiene un matiz claramente maquiavélico. Están dispuestos a hacer lo que sea, siempre dentro de la legalidad, para conseguir un fin, el campeonato de Vettel, utilizando cualquier medio, en este caso perjudicar a su otro piloto. Otra cosa es el punto de vista ético y estético de esta decisión, pero, ¿desde cuándo la Fórmula 1 se rige por normas de etiqueta?