No necesitaba ganar, pero si podía hacerlo, ¿por qué no intentarlo? Dicho y hecho: Sebastian Vettel logró una nueva victoria (décima de este 2013, sexta consecutiva y tercera en el GP de India), lo que le sirvió para conseguir los puntos necesarios para lograr el gran objetivo: proclamarse tetracampeón del mundo. El piloto alemán no pudo sino estallar de alegría cuando entró en meta. ¿Qué importa la multa que le puede caer de la FIA por celebrar el título realizando unos espectaculares donuts delante del público? ¿Qué más da, si ya puede mirar a los ojos a Alain Prost, ni más ni menos?
El ‘match ball’ se le puso muy de cara desde el inicio. Fernando Alonso perdió cualquier opción de podio -e intentar retrasar el alirón de Vettel- en los primeros metros. Mark Webber, como casi siempre, perdió posiciones en la salida y mientras bregaba por mantenerse en la parte alta tocó el Ferrari de su buen amigo Alonso, rompiendo el alerón delantero del Ferrari para desesperación del asturiano. Mientras que el australiano pudo seguir sin problemas, Alonso se vio obligado a entrar en ‘boxes’ mucho antes de lo previsto para cambiar de estrategia, de alerón delantero y de neumáticos. El incidente, además, le afectó a la dirección, como se lamentó por radio.
Su rendimiento se vio lastrado por este problema durante toda la prueba, y aunque intentó una remontada imposible, se quedó atascado por detrás de la décima posición. Alonso se encontró con el ímpetu de los que están más acostumbrados a pelear por puntuar que por los podios, y en esa batalla frenaron al asturiano. Su cara después de la carrera lo decía todo. No pudo sino felicitar a Vettel y a Red Bull, y tratar de que no se le notara en el gesto su profunda decepción. No es para menos: desde Gran Bretaña 2010, todas las carreras que había acabado lo había hecho en zona de puntos.
Una estrategia de campeón
Sebastian Vettel y Red Bull planteó una estrategia bastante sorpresiva. Pese a que salía primero, y no tuvo problemas en la arrancada, en la segunda vuelta entró en ‘boxes’ para colocar los neumáticos medios. Pirelli había avisado de que los blandos sólo iban a durar, como mucho, quince giros, así que vista la ventaja que podía obtener en pista con los medios, le ordenaron parar enseguida. A diferencia de Alonso, que lo hizo obligado, Vettel trató de maximizar su estrategia para, al menos, llegar al podio. Los problemas de Alonso le daban un as en la manga. Su compañero Webber fue el que se colocó al frente del tren de carrera, después de unas cuantas vueltas con un Massa muy competitivo.
Sin embargo, en cuanto llegaron las segundas paradas se vio claramente quién tenía las de ganar en Red Bull. Webber paró una vez más -colocó unos neumáticos blandos que sólo estuvieron en pista durante cuatro vueltas-, y Vettel se colocó en la vuelta 31 como líder. No volvió a dejar esa posición. Poco o nada se había escapado al control del ya tetracampeón del mundo, que incluso sin puntuar -habida cuenta del resultado de Alonso- hubiera levantado el trofeo de campeón.
La mala suerte se cebó, de nuevo, con Mark Webber. Cuando el australiano parecía cómodo en la segunda posición, le informaron por radio de que debía parar el coche inmediatamente. Incrédulo, preguntó por qué, pero obedeció. Esta vez fue el alternador el que le dejó sin caja de cambios, obligándole a dejar aparcado su Red Bull y volver a ‘boxes’ en un ‘scooter’ conducido por un comisario de India.
Las batallas por detrás comenzaron a copar el protagonismo. Fernando Alonso se dedicó a divertirse en lo que quedaba de prueba. Primero, una bonita pelea con Esteban Gutiérrez nos dejó ver que el español, pese a no contar con opciones de victoria, no iba a entregar la bandera. Después, hacia el final, fueron los ‘cachorros’ de Toro Rosso los que le pusieron las cosas complicadas. Vergne claudicó, pero no así Ricciardo. El australiano logró un punto y privó a Alonso de ese escaso premio.
Por delante, la lucha por el podio se puso al rojo vivo. Con Vettel escapado y Nico Rosberg en una cómoda segunda posición, el bronce del día se decidió en una lucha sin cuartel entre Kimi Räikkönen, Romain Grosjean y Felipe Massa. El finlandés se había quedado sin neumáticos, sin frenos y con serios problemas para mantener el coche en pista. Eso no evitó que defendiera con uñas y dientes la posición frente a su propio compañero de equipo, lo que generó una conversación por radio ‘irreproducible’ en la que se dijeron de todo uno al otro, ingenieros mediante. Felipe Massa trató de pescar en ese río revuelto, pero su monoplaza no dio para más. Al final, Räikkönen tuvo que ceder y entrar en ‘boxes’ a falta de unos pocos giros. Al menos se llevó la vuelta rápida de carrera. Es lo único que ha cedido Vettel en este fin de semana.
La temporada 2013 aún tiene tres capítulos más por escribir. Abu Dabi, en sólo siete días, Austin y Brasil acabarán de confirmar lo que aún queda por decidir: los dos subcampeonatos. Ferrari ha cedido en esta carrera el de marcas frente a Mercedes. El de pilotos, todavía, está en poder de Alonso. Algo es algo.