Jean Todt, elegido este viernes presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), llega al puesto más importante del deporte del motor tras una carrera de 43 años en los que ha pasado por todos los escalones y donde se ha forjado una reputación al frente de la escudería Ferrari.
El «pequeño Napoleón» recoge el testigo del británico Max Mosley 16 años después de que éste hiciera lo propio de otro francés Jean-Marie Balestre, que dirigió la FIA entre 1985 y 1993. El triunfo de Todt es el de la continuidad al frente de la institución, pues como había asegurado Mosley, el francés era el mejor hombre para ocupar su puesto. «Reformar la FIA a partir de la continuidad». Ese es el objetivo de este influyente hombre cuya eficacia en la gestión ha quedado sobradamente probada.
Nacido hace 63 años en la localidad de Pierrefort, hijo de un médico judío de pueblo de origen polaco, Todt ha pasado la mayor parte de su vida ligado a los deportes de automóvil, en los que comenzó con tan sólo 20 años, cuando se lanzó a correr rallys con el Mini Cooper de su padre. Pero pronto descubrió que su talento estaba más dirigido al copilotaje, función que desarrolló hasta 1981. Ese año logró el Mundial de rallys junto con Guy Frequelin a los mandos de un Talbot, filial de Peugeot que, a partir del año siguiente, le ofreció la dirección del equipo deportivo.
En paralelo, Todt había logrado licenciarse en Economía y Negocios en París. Al frente de Peugeot, entre 1981 y 1993, el «pequeño Napoleón» conquistó dos Mundiales de rallys: en 1985 con Timo Salonen y al año siguiente con su compatriota Juha Kankkunen. En cuatro ocasiones ganó el Dakar, tres de ellos con Ari Vatanen (1987, 1989, 1990), su rival en las elecciones a la presidencia de la FIA, y otro con Kankkunen (1988). A ello sumó dos victorias en las 24 horas de Le Mans.
Época de oro junto a Michael Schumacher
Pero su mayor gloria le llegó cuando en 1993 aterrizó en la escudería Ferrari, que dirigió hasta 2004 y a la que estuvo ligado hasta el año pasado. A partir de 2000, con la llegada del alemán Michael Schumacher al equipo, Todt encadenó cinco campeonatos consecutivos, algo inédito hasta entonces en la historia de la Fórmula 1. En 2007 logró uno más con Kimi Raikkonen como piloto. A ello sumó siete Mundiales de constructores: 1999, 2000, 2001, 2002, 2003, 2004 y 2007.
Eso le situó como uno de los hombres más influyentes de la Fórmula 1 y, por extensión, del automovilismo. Apoyado en una nutrida red de contactos, Todt despierta fidelidades y odia las deserciones. La última que ha sufrido la del propio Vatanen, a quien salvó la vida en dos ocasiones y cuya carrera relanzó cuando el finlandés parecía acabado para llevar un volante de competición.
(EFE)