Desde que comenzó la temporada 2010, incluso ya en las pruebas del invierno, la emoción ha sido el tema clave y recurrente del campeonato del mundo de Fórmula Uno. Los nuevos equipos, los cambios en la normativa, las novedades técnicas, las alineaciones de pilotos, todo generó expectativa. En Bahrein el sueño se rompió en mil pedazos por los coches que se movían a altas velocidades pero a paso de procesión. Y no es que tenga nada en contra de la Semana Santa, pero si la jornada del sábado decide el final de la del domingo, ¿para qué dos días en la pista?
La FIA intentó tranquilizar las polémicas sobre el tema, incluso se hicieron propuestas descabelladas y se habló de volver a tiempos pretéritos. Mientras, el conglomerado mediático y los aficionados rugían porque la expectación no se había cumplido.
Llegó la lluvia, y con ella se refrescó el campeonato y volvió la emoción. Pero entrados ya en mayo, ¿hasta cuándo garantizarán las condiciones meteorológicas adversas esa emoción?
Y eso mismo debe estar pensando la FIA cuando dejan que Hamilton campe a sus anchas por el reglamento. Como al niño consentido que le dices, eso no se hace, pero te hace gracia y le dejas sin castigo. Porque, seamos sinceros, este año están más bien laxos.
Ahora hay que garantizar que la polémica esté servida y buscar nuevos modos de crear emoción. Dejar que el ‘conducto F’ sea legal, permitir una trampa a la ley de la regulación del chasis, conceder a Ferrari una modificación de sus motores a pesar de que no se haría ninguna hasta 2013, y ahora, reducir costes para que los nuevos equipos sean competitivos y no se queden por el camino. No es que me parezca mal, todo lo contrario. Pero, ¿no habrá mejores formas de recuperar el espectáculo? Y si no las hay, será mejor pensarse antes los cambios drásticos de las reglas del juego y todas sus consecuencias, señores de la FIA.
Por lo demás, con los KERS, nuevos proveedores de neumáticos, los nuevos equipos instalados, el nuevo motor, la aerodinámica… y otras cosas que se les ocurran, esperemos que la emoción deje de ser una duda en boca de todos para ser un sinónimo de Fórmula Uno. Mientras esto no llega, y pensando en Hamilton, ¿todo vale por el espectáculo?
Emma Velo