Incontestable victoria para el alemán, por delante de Räikkönen y Grosjean, con el español octavo tras una avería en su DRS.
El 21 de abril de 1985, con Lotus, un joven Ayrton Senna lograba su primera victoria en la F1, fue en el Gran Premio de Portugal, en Estoril, y bajo una torrencial lluvia, cuando Magic empezó a escribir su leyenda en letras de oro. Veintiocho años después y, en unas condiciones radicalmente opuestas, otro tricampeón, Sebastian Vettel, se llevó una victoria en Baréin que recordó a las de su inmenso 2011. El piloto alemán cuajó una actuación casi perfecta, en una prueba más que plácida para él.
Después de la ‘pole’ de Nico Rosberg, se esperaba ver una pelea de tú a tú entre Sebastian Vettel y Fernando Alonso. Los dos pilotos se habían retado con la mirada en el ‘pit-lane’, y el ritmo de carrera esperado era para volver a ver al de Red Bull y al de Ferrari luchando a cara de perro. Y así se cumplió en las primeras vueltas. Tras una buena salida, con Rosberg intentando irse, Vettel comenzó a imprimir un infernal ritmo, temerario incluso desde el punto de vista de los neumáticos. Mientras, trataba de luchar con él, pero el tricampeón se mostraba intratable. El adelantamiento de Vettel sobre Alonso entrará en el ranking de mejores de la temporada, sin duda.
Sin embargo, y con Vettel ya ascendiendo a la estratosfera como un Felix Baumgartner cualquiera -al que homenajeó en su casco-, a Alonso le atacó un mal que siempre había esquivado. No fue un pinchazo, o un desfallecimiento de los neumáticos o un fallo de motor. Fue una avería muy poco habitual: se quedó enganchado el DRS. El piloto español miraba, incrédulo, cómo el alerón trasero se le quedaba abierto. En cuanto se dieron cuenta, entró a boxes para que se lo bajaran, ya que a él no le funcionaba, pero en cuanto volvió a pista lo volvió a accionar… y se volvió a quedar bloqueado. Resultado: una parada extra en boxes -la primera no estaba lejos de la ventana de cambios de neumáticos previstos-, salida a pista en la parte de atrás de la parrilla, y todas las opciones de una victoria que parecía razonablemente posible saltaron por los aires. Ahí comenzó una carrera de resistencia para el español. Sin DRS con el que valerse para adelantar posiciones e intentar minimizar daños, Alonso tuvo que tirar del viejo estilo de conducción. Para adelantar solo podía hacerlo como antaño: estirar las frenadas, aprovechar los rebufos y esperar que sus rivales respetaran los huecos.
Pelea en McLaren
Vettel avanzaba imparable hacia su segunda victoria. Prácticamente solo le faltó sacar el codo por la ventanilla y empezar a saludar al escaso -vergonzosamente escaso- público. La pelea por el podio fue el primer foco de atención. Los Lotus iban a una estrategia distinta, al igual que la gran sorpresa del fin de semana: Paul di Resta. El escocés de Force India estuvo coqueteando con el podio durante prácticamente toda la carrera, que incluso lideró beneficiado por su estrategia a contrapié con el líder Vettel. Su ritmo le permitió luchar con Kimi Räikkönen, primero, y con Romain Grosjean, al final de la prueba. Los hombres de Lotus se mostraron más fuertes en la recta final y acabaron llevándose el premio del cajón y el baño del sucedáneo de champán -Baréin es un país islámico y está prohibido el alcohol- por segundo año consecutivo en este podio.
Más intensa fue la pelea entre los hombres de McLaren. Intensa hasta el punto de que estuvieron al borde del doble abandono, debido a las excesivas ansias que mostraron tanto Button como Pérez. La lucha entre ambos se dirimió en la pista, con una rudeza propia de enemigos y no de compañeros de equipo. Entre un Button encendido y un Pérez excesivamente impetuoso, a punto estuvieron de dar al traste con unos valiosos puntos para un equipo que no pasa sus mejores días. El mexicano también las tuvo con Alonso, que acabó cediendo ante el peligro de un accidente que hubiera supuesto un epílogo nefasto para una carrera en la que estaba salvando los muebles. Tanto Button como su jefe, Martin Whitmarsh, dejaron claro que hablarán con Pérez para que su actitud no se repita después de carrera.
No obstante, sus acciones no fueron investigadas, como sí lo fue la peligrosa salida a pista de Mark Webber desde boxes. El australiano estuvo a punto de llevarse puesto a Nico Rosberg, cuyo decepcionante noveno puesto acaba de confirmar los serios problemas que tienen los Mercedes a la hora de gestionar los neumáticos. Los comisarios entendieron que la acción de Webber era peligrosa, pero no lo suficiente como para castigarle, y la acción se quedó en una reprimenda, con lo que acabó en séptima posición su gran premio número 200 en la Fórmula 1.
Tras este GP de Baréin, Vettel se escapa en la clasificación general con 77 puntos y ya son 10 en los que aventaja a Kimi Räikkönen, con 67. Alonso cede la tercera plaza en favor de Lewis Hamilton, quinto en la prueba de este domingo. El gran circo aterrizará en unas semanas en Europa, por fin, y el Gran Premio de España abrirá la ronda en el viejo continente. El público dará a Alonso en Montmeló ese aliento extra que le arrebató el DRS en Baréin.