«Todo funcionó a la perfección», afirmó hoy Mark Webber, por primera vez ganador de un Gran Premio de Fórmula 1, quien admitió que pensó en que la mala suerte se volvía a ensañar con él cuando fue penalizado por su toque con Barrichello en la salida.
El australiano, que cumplirá 33 años el 27 de agosto y hoy corrió su 131 carrera en la categoría, sostuvo que lo sancionaron por «un contacto inocente» en la salida de Nurburgring, con el Brawn GP del brasileño Rubens Barrichello.
«Entonces pensé que la mala suerte volvía otra vez conmigo, por eso, en las vueltas finales en cabeza, tuve tiempo para repasar (mentalmente) muchas cosas», declaró Webber.
El australiano admitió que recordó el febrero pasado, cuando se presentó para las pruebas del Red Bull Racing en España y todos lo daban por acabado para la F-1.
«Renqueaba todavía por la fractura expuesta de tibia y peroné que había sufrido en noviembre», recordó.
Mucho antes, cuando estaba a punto de cumplir su debut en Fórmula 1 con el equipo Minardi, los expertos habían puesto en duda sus capacidades tras el espectacular accidente, que sufrió en Le Mans al volante de un Mercedes Benz, del que salió milagrosamente ileso.
«Todos esos momentos vinieron a mi mente», admitió el australiano, que aulló y lloró al cruzar la línea de meta en el GP de Alemania, como lo mostró la imagen de la televisión, que puso en el aire las conversaciones de radio de Red Bull en ese momento.
Este año, Webber se topó como compañero de equipo en Red Bull a un jovencito 11 años más joven, el alemán Sebastian Vettel, a quien los entendidos consideran una futura estrella de la categoría.
El australiano es el piloto más alto y pesado de la categoría y esta temporada la incorporación del KERS (sistema para recuperar la energía perdida en la frenadas) le cargó más problemas.
El director técnico de Red Bull, Adrian Newey, renunció al sistema, en parte porque ponía al ganador del GP de Alemania al borde de la sanción por exceso de peso.
Nacido en Queanbeyan, un pueblecito de las afueras de Camberra, Webber cultiva un bajo perfil, en un mundo en el que los pilotos compiten por mostrarse con las bellezas femeninas más deslumbrantes. Webber aparece siempre con su compañera Annie, 11 años más mayor que él, madre de Luke, un jovencito de 17.
«Ayer, cuando hice la pole, pensé que podía haber llegado el momento de atrapar esta victoria que se me había escapado varias veces, la última en Silverstone, y más aún porque en el equipo Red Bull no hay órdenes de equipo», afirmó.
De las 131 veces que ha estado presente en carrera desde su debut en Melbourne en 2002, es el tercer australiano que gana un Gran Premio de Fórmula 1, después del mítico Jack Brabham (14 victorias) y Alan Jones (12). La última vez que un australiano había sido ganador fue hace 28 años, en 1981 cuando Jones se impuso en Las Vegas.
Según Chris Horner, director general del Red Bull Racing, el triunfo de Webber no sorprendió a nadie en Red Bull.
«Esta victoria estaba en el aire, ya había pilotado muy bien en otras carreras y era solo cuestión de esperar que el fruto madurase», deslizó elogioso Horner.
Webber había sido cuarto en Malasia, tercero en España, quinto en Montecarlo y segundo en Turquía y, como él mismo admitió, habría podido vencer en Silverstone de no haber perdido la primera fila en la clasificación.
Red Bull es el cuarto equipo para el que corre el australiano en su ya extensa carrera de siete años y medio, después de Minardi, Jaguar y Williams, donde fue compañero de Nico Rosberg.